En su primera aparición mediática ante las cámaras, en una suerte de regreso triunfal a los sets televisivos, en el programa de Alejandro Fantino, el defensor de Jorge Mangeri, Miguel Angel Pierri, sorprendía con una evidencia más que grave, consta en el expediente de casi diecinueve cuerpos, la viceministro de Seguridad, la Dra. Cristina Caamaño, llamaba por teléfono al juez Feliciano Ríos, a cargo de la investigación y el proceso penal, para informarle que estaba por ordenar el procesamiento de un hombre inocente, que había sufrido apremios ilegales, dos veces, por parte de la policía federal, sí, había sido torturado para incriminarse; lo revelador del caso, es que cuando hacía esto la Dra. Caamaño , ni Mangeri ni mucho menos la defensa, que todavía no habían actuado, habían dado difusión a este hecho aberrante, propio de una dictadura militar, no de una democracia defensora de los Derechos Humanos, con inclusión social, como se define por antonomasia este gobierno. Esto es, la información le llegaba a la viceministro de Seguridad, por las propias fuentes policiales o tribunalicias.
Uno de los aprietes que había sufrido Mangeri, el decisivo, había ocurrido durante su testimonial por parte de la Fiscal Paula Asaro, la cual dispone un cuarto intermedio de una hora a la extensa declaración de Mangeri, una suerte de indagatoria en donde todas las preguntas ya están planteadas como para tomarlo en el rol de sospechoso y culpable. Mangeri para ese entonces había sido llevado a la fiscalía esposado, con un chaleco de la policía y una gorra de la institución, elementos más que suficientes para tomar luego sus restos de ADN, los cuales serían usados en la causa para tener hasta ahora el único elemento probatoria a fin de disponer su procesamiento. La fiscal Asaro deja casi una hora a solas a Mangeri, para darle un descanso y dejarlo reflexionar, con tan mala suerte que acceden al despacho elementos de la policía federal que lo golpean y picanean. Al regreso de la fiscal, Mangeri declara ser él el responsable de todo lo ocurrido en Ravigniani 2360, dejando a su esposa, Diana Seattone, libre de todo compromiso penal.
Los golpes y las amenazas habían surtido efecto, Mangeri, que dicho sea de paso no es ni debe ser ningún valiente, ni un líder social, tan sólo un pobre hombre, aferrado a los afectos de su pareja, una mujer con tratamiento oncologico, era un hombre quebrado, en pánico, indefenso, sin ningún tipo de respaldo político ni en las esferas del poder, un ciudadano común y corriente, un trabajador, el encargado de un edificio más bien modesto, de clase media sin demasiadas pretensiones. Un ciudadano inerme, golpeado, insultado, picaneado, quemado con puchos, como si este procedimiento fuera el más normal del caso, para monstruos y degenerados como él, violadores y asesinos.
Ni siquiera Mangeri era un hombre con respaldo gremial, de hecho, había sido su propio gremio, encabezado por Víctor Santa María, diputado del Frente para la Victoria, un portero devenido en político y empresario cultural, es el editor de la revista oficialista Caras y Caretas, entre otras cosas , quien había brindado al pasquín Seprin, un engendro on line dirigido por un ex agente de la SIDE , Víctor Alderete, fotos de Mangeri disfrazado de mujer en un festejo familiar en un local del gremio, a fin de presentarlo como un “deparavado” ante los ojos de la opinión pública; el mismo medio, Seprin, fiel a su estilo extorsivo de poca monta, al tiempo difundiría la versión de que era el propio gremio el que pagaba los cuantiosos honorarios de Pierri, cosa nunca desmentida por el abogado mediático. No es descabellado pensar que esa versión tuviera asidero; la ciudadanía más menos informada estaba al tanto de la cantidad de irregularidades que acumulaba la causa, luego, no era una mala causa financiar esa defensa, más allá de que el perjudicado, Mangeri, sirviera para el caso a los intereses del poder político, a fin de tapar los sucesos del choque de trenes de Castelar, hecho en donde sí estaban en juego razones de Estado, imposibles de declinar ante la cercanía de la encuesta electoral de octubre. Digamos que se le tomaba a Mangeri prestada su libertad, por un tiempo estimable, luego se lo devolverían, el crimen, como casi todos los ocurridos en este raro país, quedaría impune, el poder político, preservado, a como sea. Sí, sería un acuerdo razonable mantener en prisión a Mangeri por un tiempo, para luego liberarlo e incluso indemnizarlo, porqué no; quién no estaría en condiciones de aceptar un trato tan razonable. Al parecer, tan sólo la querella, a cargo del ex fiscal Pablo Lanusse, promoviendo una condenada de casi cuarenta años de cárcel. Claro, en el ínterin, habría que evitar que el hombre se desespere y suicide, por ejemplo, en fin, esas fruslerías.
Porque lo concreto, es que mes y medio más tarde de aparecer ante las cámaras para hacer la denuncia del caso, -la llamada telefónica de la Dra. Cristina Caamaño al juez Feliciano Ríos, informandolo de que Mangeri era inocente, un perejil, que había sido torturado dos veces por la policía federal para incriminarse, violando todos los preceptos sobre la materia, para el derecho occidental desde hace siglos- , el defensor de Mangeri, Miguel Angel Pierri, en su alegato pidiendo la nulidad de la causa, al no haberse respetado las garantías constitucionales del debido proceso, esto es, los preceptos constitucionales y el marco normativo del código procesal penal derivados de la ley suprema, denuncia que constaba en la causa, junto con sus colaboradores, los letrados Marcelo Angel Biondi y Marcelo Mazzeo, no mencionan en un solo párrafo del mismo de forma terminante y preponederante, se lo menciona como a la pasada en dos renglones, el hecho denunciado mediáticamente, lo cual daría pié para peticionar ante la Corte Interamericana de Derecho Humanos, a posteriori, dando toda la sensación de que el juicio es una mascarada, todo ya ha sido negociado, Mangeri es un perejil manipulado tanto por el poder político, como por el poder mediático –todos los medios han coincidido en condenarlo de antemano, siguiendo la línea bajada por el Grupo Clarín y ratificada por Víctor Hugo Morales -, así como por la corporación judicial y sus propios abogados defensores.
Uno, especulando, no sin cierta grosería, aventura la metáfora de que este virus que ha calado tan hondo, esto es, la pasión por ser famosos a como sea, incluso, ante un hecho penal aberrante, el secuestro y asesinato de una menor, con serias implicancias y concomitancias en el seno del grupo familiar, tanto del lado materno como del paterno, con el poder político comprometido de forma obscena y evidente, encarnado en la figura del secretario de Seguridad, Sergio Berni, llevaría a los letrados defensores a desgastarse en escaramuzas mediáticas cotidianas, francamente masturbatorias, para llegado el caso, en donde realmente deben consumar una pieza jurídica notable, se encuentran debilitados, a tal punto que declinan.
No es una mala manera de describir este fallido procesal, claro, el perjudicado tendrá tiempo para meditar entre rejas meses más, meses menos, porqué no tuvo confianza en su instinto, cuando en un primer momento, rechazó de plano la defensa ofrecida por Miguel Angel Pierri, dejándose convencer luego por un entorno familiar que a esta altura muestra tanta confusión como miedo, eso sí, les ha entrado el gusto por la mediático también a ellos, convencidos que ese es un buen método, cuando los hechos saltan a la vista de forma indudable, el más famoso defendido por Miguel Angel Pierri, el padre Julio César Grassi, enfrenta una condena de quince años de prisión, siendo, como es, otra causa armada por el Grupo Clarín.
Lo grave, lo gravisimo del caso, es que al desechar esa vía en el reclamo, tal como si no hubiera sucedido nunca, los juicios penales se resuelven en los estados judiciales, no el los estudios televisivos, lo que está logrando Miguel Angel Pierri y asociados, es en definitiva poner en tela de juicio la violación de los derechos humanos que ha sufrido Mangeri, en donde en una pausa en los términos de su declaración testimonial, es agredido y torturado por personal policial; o, de alguna forma, se le da pábulo al proceder aberrante, en tanto y en cuanto el agredido es un violador, un asesino, que no merece nada menor. Mangeri merece eso y cosas aún peores, ya se le va a terminar el trato preferencial en el pabellón de los famosos de la cárcel de Ezeiza, así como a su mujer se le termina el tiempo de clemencia del consorcio de Ravignani 2360, forzándola a un desalojo tan inhumano como improcedente, ante la omisión del gremio del diputado del Frente para la Victoria , responsable de asistirla y de preservarla en esa vivienda mientras dure el juicio, cuando menos.
En sólo dos renglones del extenso alegato, los abogados Pierri y Biondi, firmantes, mencionan el hecho del apriete policial, cuando ese y no otro era el elemento más decisivo sobre el cual tendrían que haber insistido, tal como lo hiciera Miguel Angel Pierri en su primera aparición ante las cámaras, incluso, citando a la viceministro de Seguridad para ratificar sus dichos y de dónde había obtenido la versión que la había llevado a llamar por teléfono al juez penal actuante, pidiéndole por la libertad de Mangeri. Pero no, la defensa de Jorge Mangeri, prefirió incursionar en los laberintos de la pericia forense, con indudables errores de procedimiento, los restos del ADN de Mangeri en tres dedos de una mano de Angeles Rawson, obviando, para el caso, con una pereza en la defensa a tal punto curiosa, datos indudables como que Mangeri nunca pudo ser arañado estando vestido, no se ha probado el ataque sexual desde ningún lugar creíble, no hay pruebas ni evidencias científicas de tal ataque ni en el sótano ni en el departamento que ocupaba el encargado, nunca se incautó el vestuario usado por Mangeri el día del supuesto ataque, las marcas de su cuerpo eran de abajo hacia arriba, eso no son arañazos, si, marcas de picana.
Nunca especuló la defensa con la alternativa de que sí, realmente el ADN de Mangeri hubiera quedado bajo las uñas de tres dedos de Angeles, como consecuencia de un juego infantil que el portero relata en su testimonio, a propósito del morral de la adolescente que cae al piso en el palier del inmueble, a punto ella de salir para gimnasia, temprano, siendo recogido del suelo por el portero, al tiempo que se negaba a devolverlo, en esa instancia hubo contacto físico, Angeles se había enojado por el chichoneo, que tres dedos de la joven hayan rozado una mano o brazo de Mangeri, son suficiente contacto como para que queden impresos restos de ADN; pero no, Miguel Angel Pierri eligió el camino más complejo, el menos probable, el más obtuso.
O incluso, dentro de la misma línea elegida por la defensa, no se hizo hincapié en que bajo las uñas de Angeles Rawson, hay resto de ADN de otro hombre. Quién habría sido el cómplice de Mangeri, llegado el caso. El hombre de la bolsa, el linyera homicida, cómplice del portero en prácticas sexuales aberrantes, las cuales al parecer tenían aterrorizada la población femenina del barrio. Será cierto, siguiendo esta línea investigativa, que todos los porteños somos potenciales depravados, asesinos seriales, todos estamos en libertad condicional, por el simple hecho de que la miramos el culo a las mujeres, les decimos cosas, sí, queremos tener sexo con la mayoría de ellas, sobre todo con las más lindas, jóvenes y provocativas. Seremos todos tan peligrosos como Mangeri.
Nunca especuló la defensa con la alternativa de que sí, realmente el ADN de Mangeri hubiera quedado bajo las uñas de tres dedos de Angeles, como consecuencia de un juego infantil que el portero relata en su testimonio, a propósito del morral de la adolescente que cae al piso en el palier del inmueble, a punto ella de salir para gimnasia, temprano, siendo recogido del suelo por el portero, al tiempo que se negaba a devolverlo, en esa instancia hubo contacto físico, Angeles se había enojado por el chichoneo, que tres dedos de la joven hayan rozado una mano o brazo de Mangeri, son suficiente contacto como para que queden impresos restos de ADN; pero no, Miguel Angel Pierri eligió el camino más complejo, el menos probable, el más obtuso.
O incluso, dentro de la misma línea elegida por la defensa, no se hizo hincapié en que bajo las uñas de Angeles Rawson, hay resto de ADN de otro hombre. Quién habría sido el cómplice de Mangeri, llegado el caso. El hombre de la bolsa, el linyera homicida, cómplice del portero en prácticas sexuales aberrantes, las cuales al parecer tenían aterrorizada la población femenina del barrio. Será cierto, siguiendo esta línea investigativa, que todos los porteños somos potenciales depravados, asesinos seriales, todos estamos en libertad condicional, por el simple hecho de que la miramos el culo a las mujeres, les decimos cosas, sí, queremos tener sexo con la mayoría de ellas, sobre todo con las más lindas, jóvenes y provocativas. Seremos todos tan peligrosos como Mangeri.
Por supuesto que a esta altura, nada de esto interesa ni a la fiscalia, ni al juez ni a la querella, urgidos por cerrar un caso que apesta, hace ruido, incomoda, pone en riesgo la poca credibilidad de las instituciones republicanas, heridas de muerte por una gestión política que en estos días pone al frente del Ejecutivo a un individuo sospechado de delitos económicos de toda índole, con el agravante de que da toda la sensación de que se estaría ante una nueva simulación con el tema de la salud de la Presidente, una coartada razonable para iniciar una salida anticipada del poder, ante la debacle electoral de los próximos veinte días.
La fiscal Asaro, en un alarde mediático de telenovela, confesó en una nota periodística, saliendo del libreto de manera sobrada, cómo lo había conmovido Mangeri, un hombre “quebrado”; no, señora fiscal, Mangeri era un hombre que había sido torturado mientras usted se fue al bar más cercano a tomar un refrigerio, entre su café y sus cigarrillos, de las cuatro a las cinco de la mañana, efectivos dela Federal enviados por Sergio Berni, lo torturaban, en un alarde apologético de qué la va la más que famosa "democratización" de la justicia propuesta por los esbirros kirchneristas, digamos, un regreso al stalinismo más crudo, luego, el cepo y el potro de los tormentos, la caza de brujas más cínica, en nombre de los Derechos Humanos; de qué habla Usted, Dra. Paula Asaro ?
Declaraba asimismo suelta de cuerpo, convencida de que nadie iba a repreguntarle, fiel al estilo del decadente periodismo argentino, que era probable de que Mangeri hubiera atacado a Angeles en su departamento, en el del portero, no había sido el plan de Mangeri asesinarla, caramba, la violaba y todos amigos, total, se conocían desde hacía más de diez años. Ni el peor guión de una mala telenovela mexicana soporta este relato. Nadie alzó su voz para condenarla, es parte del juego, así de bajo hemos caído los argentinos, como si la cuestión penal pudiera ser acallada por la pelea entre Ventura y Lanata o las surrealistas declaraciones y fotos de Fabián Doman, el nuevo sex symbol de un país devastado, en el fondo del tacho.
La fiscal Asaro, en un alarde mediático de telenovela, confesó en una nota periodística, saliendo del libreto de manera sobrada, cómo lo había conmovido Mangeri, un hombre “quebrado”; no, señora fiscal, Mangeri era un hombre que había sido torturado mientras usted se fue al bar más cercano a tomar un refrigerio, entre su café y sus cigarrillos, de las cuatro a las cinco de la mañana, efectivos de
Declaraba asimismo suelta de cuerpo, convencida de que nadie iba a repreguntarle, fiel al estilo del decadente periodismo argentino, que era probable de que Mangeri hubiera atacado a Angeles en su departamento, en el del portero, no había sido el plan de Mangeri asesinarla, caramba, la violaba y todos amigos, total, se conocían desde hacía más de diez años. Ni el peor guión de una mala telenovela mexicana soporta este relato. Nadie alzó su voz para condenarla, es parte del juego, así de bajo hemos caído los argentinos, como si la cuestión penal pudiera ser acallada por la pelea entre Ventura y Lanata o las surrealistas declaraciones y fotos de Fabián Doman, el nuevo sex symbol de un país devastado, en el fondo del tacho.
Nunca explicaba, para qué, cómo había convencido el portero a la muchacha para que subiera por el ascensor con él hasta el octavo piso, tal vez, atacándola con un arma en el palier, a la luz del día, frente a la puerta del departamento en donde estaba Dominga Torres, Axel Opatowski, al menos esos son los ocupantes confirmados, sin hacer ruidos, sin que ella opusiera resistencia, se había dejado secuestrar así porque sí, delante de la puerta de su casa, por un gordo francamente desagradable, repugnante. Podía un sujeto que no reporta rasgos sicopáticos ante las pericias psiquiátricas efectuadas por los forenses de tribunales, actuar como tal, cuáles son los estándares tipológicos que observa la fiscal Asaro en su relato. No lo sabemos. Pero ella está muy convencida de sus dichos, siendo, como lo es en verdad, que tanto como el juez Feliciano Ríos, en un país mínimamente serio, pero muy mínimamente serio, se enfrentarán más temprano que tarde con un jury de enjuiciamiento y serán destituidos. Vale la pena informar que tanto la fiscal Paula Asaron como el juez Feliciano Ríos, son funcionarios nombrados por este gobierno, son legionarios kirchneristas, comprometidos en la causa de la democratización de la Justicia. No , no vamos a olvidarnos de ellos, llegado el caso.
A tal punto era aconsejable y conveniente que los abogados defensores de Jorge Mangeri pusieran el eje de su alegato en los apremios ilegales sufridos por su defendido, recurriendo llegado el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que un criminal indudable como Carlos Fraticelli, goza hoy día de una libertad inmerecida, más allá de la condena social indudable, la cual lo ha invitado a vivir en otro país, luego del suicidio de su ex esposa, Graciela Dieser, responsable del crimen de la joven Natalia, hija de ambos. Es verdad, el estudio jurídico que logró la libertad de ese asesino, recurriendo a la instancia de la Corte con sede en Costa Rica, no era un estudio mediático, ni siquiera sabemos los nombres de esos abogados. Entonces, se había recurrido como estrategia de la defensa, no olvidemos que Fraticelli no era encargado de un edificio, sino un juez penal, el de la ciudad de Rufino, en Santa Fe, precisamente, a la denuncia de un complot político, montado por el gobernador Carlos Reutemann, para condenarlo, habida cuenta de que el ex piloto de carreras no quería en su provincia otro caso “María Soledad”, casualmente.
El caso María Soledad, por todos recordado, es el primero en donde los medios, Ernesto Tenembaum, notero de TN, por aquél entonces, nada menos, avanzan sobre el poder político para desenmascarar a los responsables políticos, cosa que nunca sucediera, el condenado fue un perejil, un dúo de perejiles, nunca se rozó siquiera el poder y la corrupción del clan Saadi. La sociedad entre poder mediático y judicial había nacido fallida. Ahora, ya la decadencia del periodismo es francamente lamentable. Si hay algo de lo que no se regresa nunca es del ridículo, incluso en este país de morondanga. Ver al hijo de Miguel Angel Pierri, de corta edad, primero tratarlo de “boludo” al padre, para luego informarle que el asesino es Mangeri, nos libera de mayores comentarios. Alguien puede responder con seriedad, cuál era la necesidad de que Pierri expusiera a su hijo de corta edad a una situación de esa índole; no, no hay ninguna respuesta que lo valide, la única real, es que a esa altura, Pierri ya se había tomado a la causa en broma hacía largo rato, esa, no otra, es la explicación de semejante fallido
La renuncia de Miguel Angel Pierri, al ver cómo fracasaba, una vez más, su estrategia defensiva en un caso de tanto impacto, aduciendo, justamente, motivos familiares, como son, el pedido de otro hijo para que esté más tiempo con él (sic), luego negado ante cámaras, nunca había renunciado, medio mundo lo había visto renunciar ante las cámaras, yo lo había visto y me alegraba, reconociendo incluso que su puntual incapacidad física lo complicaba, como si la defensa fuera una carrera de obstáculos, hablan de que esta causa hace agua por todos lados y lo más probable es que el futuro de Jorge Mangeri no sea otro que la cárcel. De comprobarse la versión según la cual, el estudio Pierri y asociados, tomaría la defensa de Lázaro Báez, caramba, estaríamos antes un hecho más grave, siendo, como lo es hasta ahora, la versión de más asidero, a propósito de las razones del alto compromiso político y judicial declarado, explícito, más que grave, de Sergio Berni para con Sergio Opatowski, el hombre que ha sido protegido por la justicia, los medios y la querella de forma alevosa, - a tal punto que 120 días del homicidio, un tercio del año, no se le ha tomado testimonial a Axel Opatowski, presente en el departamento de los Adúriz-Rawson durante toda la mañana del día del homicidio, según los dichos de Dominga Torres y Juan Cruz Rawson -.
Sergio Opatowski, probable socio del secretario de Seguridad en una cueva de venta de dólares ubicada en el 6º piso de Ravigniani 2360, dólares de propiedad de Lázaro Báez, precisamente. Esto daría fuerte asidero a que en realidad Miguel Angel Pierri fue instalado como “defensor” de Mangieri, en una manipulación de alto vuelo, justamente para preservar la impunidad de los verdaderos autores del asesinato de Angeles Rawson; la versión de la cueva de venta de dólares del 6° piso, de ser cierta, sólo y de forma eminente, podría ser corroborada por el encargado del edificio, el hombre que sabe todo, el cual ha sido condenado de antemano a un silencio más que elocuente; jamás, en el trascurso de casi cien días, a la defensa se le ocurrió, se le pasó por la cabeza, dar una conferencia de prensa, dándole a Mangeri la gran oportunidad de demostrar su inocencia frente a los medios, contestado esa y todo tipo de preguntas; no, justo él fue condenado al silencio, el único que merecía y debía de haber tenido sus quince minutos de fama; el tiempo y el espacio únicos, para vociferar a los cuatro vientos su inocencia.
Sergio Opatowski, probable socio del secretario de Seguridad en una cueva de venta de dólares ubicada en el 6º piso de Ravigniani 2360, dólares de propiedad de Lázaro Báez, precisamente. Esto daría fuerte asidero a que en realidad Miguel Angel Pierri fue instalado como “defensor” de Mangieri, en una manipulación de alto vuelo, justamente para preservar la impunidad de los verdaderos autores del asesinato de Angeles Rawson; la versión de la cueva de venta de dólares del 6° piso, de ser cierta, sólo y de forma eminente, podría ser corroborada por el encargado del edificio, el hombre que sabe todo, el cual ha sido condenado de antemano a un silencio más que elocuente; jamás, en el trascurso de casi cien días, a la defensa se le ocurrió, se le pasó por la cabeza, dar una conferencia de prensa, dándole a Mangeri la gran oportunidad de demostrar su inocencia frente a los medios, contestado esa y todo tipo de preguntas; no, justo él fue condenado al silencio, el único que merecía y debía de haber tenido sus quince minutos de fama; el tiempo y el espacio únicos, para vociferar a los cuatro vientos su inocencia.