A las 1830 del domingo, Telefé, canal oficialista, daba el primer boca de urna a nivel nacional, 71/29. Pasadas las horas, el mecanismo que había sido desarticulado en la primera vuelta, esta vez, por la distracción del PRO, propia de inmaduros de la política, y la "legitimación" del Grupo Clarín, que no quería ni por broma un Presidente fuerte, operaba a pleno, con la aceitada coordinación de Alejandro Tulio y los operadores camporistas del Correo. Se lanzaba una diferencia de 10 puntos que a la medianoche era de poco más de 1.
Córdoba, caso testigo, era el único espacio territorial en donde la paliza histórica se consolidaba. De manera insólita, "perdía" Vidal en la provincia de Buenos Aires, en distritos en donde en la primera vuelta había dado el batacazo, caso Lanús. Los fiscales del PRO comenzaban a denunciar aprietes y manipulaciones groseras, ni Clarín ni La Nación se hacían ecos de los mismos.
Sólo Carrió, como la "loca" de siempre, denunciaba el fraude, Macri, eufórico, inexperto, en definitiva, temeroso, no acusaba recibo de la realidad, su militancia de cotillón se ausentaba de las calles, temerosos de la operación de la Campora que había copado Plaza de Mayo para no irse. Curiosamente, a Juez electoral Servini de Cubría, ordenaba la custodia de las urnas en el Regimiento de Patricios, no en el Correo. Entiendo que esta nueva etapa negra de la Argentina, ante el estupor y la impotencia de los ciudadanos, recién empieza. Son una lacra y no van a dejar el poder de buenas maneras.
Al fascismo no se lo derrota con onda de amor y paz. Ni con buenos modales. Menos negando la realidad. Para peor, Tulio, con una perversión sibilina, daba por primera vez la participación (abstención) reales, como para desligitimar aún más el triunfo de Macri, tan sólo el 66% de los ciudadanos habían votado. La abstención, histórica desde el año 2000, esta vez se difundía, no se inflaba el número de votantes. Casi 8 millones de argentinos no eligieron a nadie. Demasiada gente. Los medios, con la afasia que los caracteriza, hablan de la "gran participación", cuando no votó un tercio del padrón; mienten con un 80% de participación que no cierra ni a ganchos. En esto no quieren que les pateen el rancho, no jodamos, gobierno débil, sí, inexistente, no. El "sistema" opera perfecto, yupi, yupi, nosotros, como siempre, diremos qué está bien y qué esta mal, Okey...!?
La bomba mediática que había arrojado 48 horas antes el ecuatoriano que lo asesora a Macri en "comunicación política", apoyando el aborto y declarando que nadie vota conforme los pensamientos de la Iglesia y el Papa, -un argentino, caramba-, que había llamado a votar a "conciencia", nada menos que en los festejos de la Pachamama, esto es, fiesta de la fecundidad aymará, la tierra madre, a ver, peor imposible, desautorizado tímidamente por un twiter; nunca se le habrá cruzado por la cabeza a Macri quién le había pagado a ese mercenario en oferta el mejor postor, también calaba hondo, a todo esto, sumamente promocionado tanto por La Nación como por el Clarín, medios que en las dos últimos semanas se desgañitaban haciendo campaña por el candidato del gobierno, vapuleado mal en el debate público televisado, daba sus frutos, se llegaba al balotage con una sensación, infundada, manipulada, de paridad.
Nace así un poder político enclenque, sin presencia en las calles, al que la van a hacer la vida imposible, con la virulencia de una militancia fanatizada y crápula, que va a provocar cuantas veces sea necesario. Con menos de 2 puntos de diferencia, CFK se ha reservado el rol de jefa de la oposición; la ironía de anoche era que uno no terminaba de entender si la Cámpora estaba en la Plaza festejando la derrota de Scioli o haciéndole el aguante a Cristina; la esperaban en el balcón inclusive. El martes recibe a Macri, como si nada hubiera pasado. En la mañana del lunes, suelto de cuerpo, remixado, Aníbal Fernández hablaba de un empate. Tal cual. Gobierno inviable.
La versión difundida por un pasquín on line, según la cual había sido una llamada telefónica de Cristina a Scioli, a esos de las 2030 de la noche, ordenando saliera a reconocer la derrota, avisada del desquicio que se podía dar en la medianoche, si los traviesos de la Campora seguían haciendo de las suyas en el Correo, manipulando de forma grosera los cómputos, con el aval del monje negro de Zannini, es la que se compadece más con la realidad de lo ocurrido. El plan de los amigos de Máximo era el fraude total, hacía ahí se iba, con la Cámpora de pié, ocupando desde temprano Plaza de Mayo, apoyada por otros grupos de choque rentados. Y sí, el escenario de confrontación era lo más parecido a una guerra civil, a la "argentina", obvio, cuando mucho cien muertos. Esto lo viene a ratificar Scioli unos diez días más tarde, cuando en declaraciones radiales dice haber reconocido la derrota "tan temprano", para evitar probables conflictos, dada la tensión indudable. ¿Reconoce la derrota siendo un probable ganador, de seguir evolucionando la manipulada curva de escrutinio fraudulento? Alguna vez se vio a un peronista hacer semejante cosa. O se le veían venir sabiendo que en ese caso el Grupo iba a salir a tocar el clarín y los tambores de guerra, todo junto.
El fallido, imperdonable, de Mauricio Macri, es creer que le robaron votos a él; nada más falso, se los robaron a los millones de ciudadanos que lo eligieron a él, justamente para cualquier cosa menos para eso, para tolerar un fraude escandaloso, con el afán de no hacer olas, como si eso evitara el tsunami en ciernes, le quita credibilidad, debilita su liderazgo. Peca, como lo hiciera Carrió en el 2007, cuando tardó dos semanas en acusar al oficialismo de haberle robado las elecciones; ella aduce entonces que se quedó sin habla, ¿no podía escribir?, pregunto. Cuando ya nada podía hacerse. No son auténticos republicanos. Actúan ese personaje lo mejor que pueden, pero no creen en la Democracia; eso sí, al lado de los otros fascistas son tribunos romanos. La parodia de la entrega del mando en el Congreso, sede del Legislativo, contra todo protocolo y racionalidad, en una plaza copada por la militancia camporista, habla a todas luces de que ganó Cristina. La sociedad está tan crispada como antes. La estampida de los precios, ante un anuncio devaluatorio fuera de tiempo, innecesario, abre un serio interrogante sobre si esta gente estará en condiciones de gobernar los próximos seis meses, en donde los conflictos latentes estallarán unos tras otros.
La versión difundida por un pasquín on line, según la cual había sido una llamada telefónica de Cristina a Scioli, a esos de las 2030 de la noche, ordenando saliera a reconocer la derrota, avisada del desquicio que se podía dar en la medianoche, si los traviesos de la Campora seguían haciendo de las suyas en el Correo, manipulando de forma grosera los cómputos, con el aval del monje negro de Zannini, es la que se compadece más con la realidad de lo ocurrido. El plan de los amigos de Máximo era el fraude total, hacía ahí se iba, con la Cámpora de pié, ocupando desde temprano Plaza de Mayo, apoyada por otros grupos de choque rentados. Y sí, el escenario de confrontación era lo más parecido a una guerra civil, a la "argentina", obvio, cuando mucho cien muertos. Esto lo viene a ratificar Scioli unos diez días más tarde, cuando en declaraciones radiales dice haber reconocido la derrota "tan temprano", para evitar probables conflictos, dada la tensión indudable. ¿Reconoce la derrota siendo un probable ganador, de seguir evolucionando la manipulada curva de escrutinio fraudulento? Alguna vez se vio a un peronista hacer semejante cosa. O se le veían venir sabiendo que en ese caso el Grupo iba a salir a tocar el clarín y los tambores de guerra, todo junto.
El fallido, imperdonable, de Mauricio Macri, es creer que le robaron votos a él; nada más falso, se los robaron a los millones de ciudadanos que lo eligieron a él, justamente para cualquier cosa menos para eso, para tolerar un fraude escandaloso, con el afán de no hacer olas, como si eso evitara el tsunami en ciernes, le quita credibilidad, debilita su liderazgo. Peca, como lo hiciera Carrió en el 2007, cuando tardó dos semanas en acusar al oficialismo de haberle robado las elecciones; ella aduce entonces que se quedó sin habla, ¿no podía escribir?, pregunto. Cuando ya nada podía hacerse. No son auténticos republicanos. Actúan ese personaje lo mejor que pueden, pero no creen en la Democracia; eso sí, al lado de los otros fascistas son tribunos romanos. La parodia de la entrega del mando en el Congreso, sede del Legislativo, contra todo protocolo y racionalidad, en una plaza copada por la militancia camporista, habla a todas luces de que ganó Cristina. La sociedad está tan crispada como antes. La estampida de los precios, ante un anuncio devaluatorio fuera de tiempo, innecesario, abre un serio interrogante sobre si esta gente estará en condiciones de gobernar los próximos seis meses, en donde los conflictos latentes estallarán unos tras otros.