Quantcast
Channel: Apuntes para la construcción de la Democracia Directa: Otra Idea de la Política
Viewing all articles
Browse latest Browse all 105

Article 0

$
0
0



"MI amo es teólogo..."
(Sancho Panza)


Introito


Soy un hombre de poca fe, un cristiano viejo, bastante pecador e indolente, habituado a convivir con pobres e indigentes, con familias y pibes durmiendo y drogándose en las calles, con analfabetos, con marginales de toda índole, con extraviados y confundidos, sin indignarme, con una paciencia que da asco, franca cobardía, con el hábito de sonreír con cierta vergüenza y apatía, junto con ateos, agnósticos, protestantes, paganos, progresistas, hedonistas, en mayor parte, relativistas, ignaros, sionistas, mesiánicos, fundamentalistas, sin dar testimonio de casi nada, hace décadas. En estos términos, soy un cabal hombre de la Iglesia.

Y en afán de confesiones, desde el asesinato del Papa Juan Pablo (ahora la Iglesia reconoce que a Albino Lucciani ni siquiera la enterraron con la nomeclatura correcta) y el advenimiento de Karol Wojtyla, apremiado y manipulado por la masoneria vaticana para convertir al Obispo  de Roma en una herramienta de la CIA, provocando la caída del Comunismo -por Dios, la misión de la Iglesia es Evangelizar, salvar almas, tender puentes entre Dios y los hombres, no hacer política, no hacer caer a un régimen político, por más tiránico, terrible y amenazante que este sea-, he vomitado la Iglesia y me he alejado de ella, como adulto y creyente escandalizado, deliberadamente; Pablo VI años antes lo había avistado, el humo de Satanás se había filtrado por unas enormes grietas en Roma. Esto no sucedió durante el Concilio Vaticano II, viene de larga data.

No soy practicante, mi formación católica es universitaria, si bien fui primario y secundario en un colegio tradicional, de una congregación vasco francesa, fundado en 1858, que hoy día, decadencia católica mediante, incluyo a un tercermundismo tardío, venal, depredador,  no existe, en su capilla, donde nos llenaba de cánticos y retos el padre Ottino, tocando a los zarpazos el órgano donado por Napoleón III, funciona un bar de dillers, gitanos, mitómanos y fornicarios; puedo tomar vino hasta el amanecer con todos ellos, por ahí no pasa mi añoranza ni mi queja. El órgano magnífico ya no está, hasta eso se han robado.

He realizado los Ejercicios Espirituales de San Ignacio varias veces, algunas, acompañado por personajes criminales, que deberían de haber estado entre rejas, como el factotum ideológico de una organización paramilitar al servicio de la CIA y el M16,  como lo fue Montoneros, hablo del Cano Lanusse; a veces hago el mal chiste de que he comulgado lo suficiente en mis años mozos, lo hacía todos los días, para no pisar hace años una Capilla, cuando lo cierto es que para entonces me había divorciado y la lejanía con el Cuerpo de Cristo no era ya una decisión, era una consecuencia de haberme equivocado lo bastante.

Nunca busqué un curita piolón para que me diera la Eucaristía de onda, de coté, eso me parece un acto sacrílego, un mamarracho. De todas maneras, ya para entonces, en mis años de universitario católico, no veía a la Iglesia con buenos ojos, todavía la apostasía no se había convertido en escándalo, los curas pedófilos eran una anécdota hasta cierto punto zumbona, obscena, siempre había un cura medio mano larga, como había docentes laicos que eran homosexuales como mejor podían y andaban a los besos con sus mejores alumnos, cuando en ese entonces los hombres todavía no nos besábamos, profesoras de lengua que iban a dar clases con una camisa a la cual invariablemente se lo desprendían uno o más botones descubriendo la ausencia de un más que indispensable corpiño. Esas cosas.

No existía el grupo Clarín urdiendo un montaje fenomenal para querer meter preso a un curita desubicado que pretendió meterle la mano en el bolsillo a Jorge Born, a Galimberti, a Susana Giménez. Digo. Pero el Cardenal Bernard Law sí existía, ya había participado en el Concilio Vaticano II, integrando la legión de masones que en la Iglesia se habían infiltrado desde las sedes imperiales del protestantismo anabaptista, anglicano, EEUU y Gran Bretaña, en sociedad con la curia y la burocracia italiana. Nunca hemos visto hacerle un juicio a la Iglesia por tener en sus filas  Cardenales y Obispos masones, sí pedófilos, cuando, curiosamente, conviven en la misma persona las dos aberraciones.

No voy a dejar de reconocer que tengo en el corazón y en el paladar, desde aquélla  juventud, un regusto a Eternidad que no tiene nombre. Y soy un hombre político desde antes de haber nacido. Desde ese lugar voy a hablar. Sí, en estos días, gracias a Su Santidad Francisco, puedo decir que he perdido la vergüenza y creo he encontrado el sentido a mis peroratas. A las aventuras y desventuras de mi alma. A las locas andanzas del Alonso Quijano que hace cientos de años llevo dentro. Más allá de que sigo teniendo preguntas intrincadas, obtusas, como, por ejemplo, porqué una religión que cree en la  resurrección de la carne, condena y tanto la sensualidad, el erotismo, porqué, en ese punto, son los católicos tan pero tan pacatos, puritanos, protestantes, a tal punto les pintó la cara la Reforma. A la edad que porto, nunca encontré respuesta a semejante pregunta


Tesis


Entiendo que vivimos tiempos históricos en términos de civilización conocida, tiempos agónicos. Que haya renunciado Benedicto XVI, cuando hacía casi 600 años, 1415, que un Papa no lo hacía, no es poca cosa. Que Francisco, sea el primer Pontífice en descender hasta la tumba del Apóstol San Pedro, martirizado por orden de Nerón, en Roma, en el año 67, para orar ante sus restos, en una bóveda bajo el altar de la Capilla Sixtina, tumba descubierta en 1950, es un mensaje sorprendente, habla de refundar la Iglesia desde los cimientos, tal cual proponía el Santo de Asís, nada menos. 

Desde hacía más de casi 450 años, 1521, con León X, el Papa Medici, la Iglesia, que tenía en su misteriosa historia, tan humana como divina, el antecedente no menor de doce papas asesinados, varios, en períodos consecutivos, conocidos como la Edad de Hierro de la Iglesia (siglos IX y X), en 1967, Pablo VI sufre en Bombay, la India, un intento de asesinato, en 1970, en Manila, Filipinas, otro, salvado, curiosamente, por un personaje tan polémico como el Cardenal norteamericano Paul Marckinus, siempre ahí, rondando el crimen. 

En setiembre de 1978, es asesinado Juan Pablo, por ordenes del Cardenal Jean Villot, secretario de Estado echado por Albino Lucciani doce horas antes de su muerte, miembro de la logia masónica P2. Nunca este hecho ha sido reconocido como tal por la Iglesia, esto es la primera vez que sucede en sus dos mil años de Historia, y, cuando en el año 2000, Juan Pablo II revela la tercera profecía de Fátima, esto debería haber sucedido por expreso pedido de la Virgen, en 1960, así se lo había revelado a los niños pastores portugueses, lo hace para manipular deliberadamente el magnicidio, lisa y llanamente, negandolo, con una lectura sesgada de la profecía, atribuyendo el Mal a una conspiración comunista, no a la apostasía de la Iglesia, infiltrada por la masonería.

En 1982, hay una tentativa de asesinato de Juan Pablo II, el ejecutor es un nacionalista turco, Ali Agca, se pretende inculpar sin éxito a los servicios de inteligencia de Bulgaría, Agca declara veinte años más tarde, que los instigadores estaban dentro del Vaticano, nombra al Cardenal Casaroli, menciona a la desaparición de Emmanuela Orlandi, hija de un empleado del Vaticano, de 15 años, como el eslabón perdido de esa cadena, la cual habría sido ofrecida en canje por el terrorista turco, responsabiliza del secuestro al Cardenal Paul Marckinus, hombre de la CIA; la pista vaticana, como la de la P2, desde la división Gladio, operada por la CIA, cobran fuerza. Luego, no es exagerado hablar de tiempos apokalypticos 

En mayo de 1978, había sido secuestrado y asesinado el primer ministro de Italia Aldo Moro, por parte de las Brigadas Rojas, organización terrorista creada y manipulada por la CIA, desde la División Gladio de la inteligencia militar italiana, a su vez, infiltrada por la logia masónica anticomunista italiana Propaganda Due, de la cual Juan Perón fue miembro emérito, ordenado maestre de la masonería grado 33 conforme el rito escocés, esto, relatado por Licio Gelli, fundador de la P2. Cuando Juan Pablo II visita el Santuario de Fátima, en Portugal, mayo de 1982, un ex sacerdote lefebrista, de la Congregación de San Pío V, intenta asesinarlo con una bayoneta.

El pecado de Aldo Moro, entonces, líder de la Democracia Cristiana, era haber tenido la mala idea de pretender compartir el poder con el Partido Comunista italiano, el más poderoso y organizado de Occidente, en un gobierno de coalición; la zaga de Don Camilo, el cura del pueblo, y Don Peppone, el alcalde comunista, obra del magistral Giovanni Guareschi, autor católico, llevada al cine, con el toque mágico del neorrealismo italiano, películas de enorme popularidad, daban pié para imaginar tal fantasía política. No es causalidad que una miembro eminente del Partido Comunista argentino, se haya dirigido al Papa, buscando hacer las paces luego de haber defecado en el altar de la Catedral Metropolitana, sí, literalmente, años antes, llamándolo Don Francisco. Nada es casual.

Conforme los acuerdos de Yalta, la división política del mundo pactada entre Roosvelt y Stalin finalizada la Segunda Guerra, Italia no era ni podía ser comunista; en el notable filme italiano la Plaza de las siete lunas, a propósito del secuestro y asesinato de Aldo Moro, se revelan documentos del Pentágono, un manual, en donde se dan instrucciones a sus delegaciones europeas para recurrir al medio que fuere necesario para impedir el avance del comunismo en Europa. Incluso asesinar un Primer Ministro. O a un Papa. Albino Lucciani era un calco de Don Camilo. Era un Papa sonriente. Era un Papa demasiado peligroso.

Por eso, que empiece este análisis en el año 1500, no es descabellado. Hacía menos de diez años que un genovés había descubierto América. De esto, poco y nada se especula cuando se intenta dilucidar las desventuras carnales de un monje agustino alemán, conocido como Martín Lutero, un frustrado y cobarde estudiante de derecho, "pobre", hijo del dueño de unas minas de cobre, que asustado por la caída de un rayo, -siempre hay un rayo dando vueltas-, invoca primero a Santa Ana y luego se hace monje contra su vocación, que era mundana.

Para ese entonces, un aristócrata vasco, militar, Iñigo de Loyola, recibía un disparo de cañón en sus piernas, quedando cojo y pleno de la gracia santificante, yendo a fundar a los años, junto con Francisco Javier de Borja (otro Borgia), también noble español, una Orden Religiosa Militar, la Compañía de Jesús, los "granaderos del Papa", para salir a cruzar a las huestes de los alemanes y sajones adeptos a Lutero y Calvino, - el fundador del capitalismo y el inventor de Suiza y el secreto bancario-, convencidos de que Roma era la "Gran Ramera". Este leit motiv, de neto corte masónico, illuminati, satanista, persigue a la Iglesia de Roma desde entonces. Hace nada menos que quinientos años. De ese eje doctrinario, devienen primero la Revolución Francesa, luego la Revolución Rusa. En estos días, el Nuevo Orden Mundial  Imperial Sionista.

Las desventuras teológicas de ese monje agustino, convencido que la naturaleza humana estaba tan pero tan dañada por el pecado, que el misterio de la Crucifixión de Cristo, poco y nada podía hacer para enmendarla, era imposible según el monje alemán la metanoia, la conversión, el arrepentimiento de los pecados, nunca lo suficientemente sincero, según él, gordo que andaba día y noche tan angustiado como excitado, mirando la enagua de las mucamas, no era un hombre de Dios, se había equivocado de oficio.

Luego, no tenía sentido la tradicional doctrina cristiana de la santificación, la salvación del alma, por medio de una conducta tan amorosa como política, la caridad, tan sólo la fe nos justificaba. Esto, borraba de un plumazo el orden sacerdotal, el sacramento de la confesión, más arriba, la autoridad de Pedro. La Iglesia romana. La frase más que  mundana, "Creo en Dios, no creo en los sacerdotes", habla de la vulgarización de este concepto que caló bien hondo. También, de la ponzoña del sofisma.

Nadie cree en los sacerdotes, no es necesario creer en ellos. Creer en la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, no es creer en los sacerdotes, ni siquiera en el Papa, no se cree en el Papa; la doctrina de la infalibilidad es a propósito de las definiciones del Papa cuando habla ex cathedra, o sea, de cuestiones de fe, dogmáticas, sus documentos políticos, éticos, tanto como sus simpatías deportivas, pueden ser tan erradas como incluso disparatadas. El culto del Papa, impuesto durante el reinado de Juan Pablo II de forma escandalosa, absolutamente vertical, autoritaria, contraria a los mandatos del Concilio Vaticano II,  del Papado, o sea, los “papistas”, confluyen en una desviación de la fe, en una idolatría, la papolatría, un pecado en el cual los argentinos van a incurrir, sobre todo su clase política, toda ella, por esa proverbial tendencia a caer en el error, lugar que le siente tan cómodo.

Que en esta Semana Santa, el alcalde de Buenos Aires, que la pretende jugar de candidato católico, haya elegido el Sábado de Gloria, día de profundo recogimiento y silencio, para organizar un rally de TC 2000 en la ciudad autónoma, habla a las claras de la pobreza intelectual de estos personajes. Que se mencione a un economista que ha servido a la Banca Morgan, como el futuro asesor económico del Papa, como si no tuviera Francisco suficientes economistas para consultar en  la Academia Pontificia de Ciencias, habla con elocuencia de esta frivolidad endémica que nos ha capturado. Que este gobierno, marcado con los números del Anticristo en la frente –tanto su gestión como su legislación es anticristiana-, empezando por la seria convicción de que sin pobres no hay democracia representativa, sin clientelismo no hay poder político, digo, que este gobierno conformado en su gran mayoría por ateos y sionistas, pretenda mostrarse como arrepentido de sus pecados y dispuesto a abrazar la sotana del Papa –argentino y “peronista”-, la verdad, provoca repugnancia, pero no asombra. Sabemos que son capaces de cualquier cosa con tal de pretender perpetuarse en el poder. De no terminar entre rejas.

El "ama y haz lo que quieras", del Santo africano que habían preferido los fundadores de su orden, San Agustín, era reemplazado por este gordo alemán por "Cree y haz lo que puedas, porque lo más probable es que te vayas al Infierno de todas formas". Esta pedorrada teológica, ante la resistencia que la nobleza alemana sentía para con Roma, prendió de lo lindo gracias a la revolución tecnológica de esa era, la imprenta. Y la traducción de la Biblia a las lenguas locales.  Pero el gancho más fuerte, el gran marketing de los protestantes, desde hace medio milenio, es que los pastores pueden casarse con las monjas. Martín se casó sin ir más lejos con una monja cisterciense,  otra orden de clausura, que había huido del convento adentro de un barril, también, con hartas ganas de fornicar. Seis hijos tuvieron.

En esa época, la nobleza y la burguesía, tenía la mala costumbre de mandar a los claustros a educarse a hijos e hijas que de religiosos no tenían una estampita, a veces se los olvidaban dentro, esto siempre se traducía en prebendas y dinero, en ansias de poder. En escándalos de la fe. En buenas, muy buenas razones, para que los enemigos de la Iglesia, del rostro humano de Cristo, la atacaran sin piedad, con toda la saña del caso. Lo concreto es que hace 500 años, la Iglesia de Roma soporta reciamente la provocación protestante, hoy es más vulgar y desafortunada que nunca, incluso los medios presentan a pseudo teólogos católicos, como Hans Kung, protestante, proponiendo el fin del celibato como la mejor idea para llenar los vacíos seminarios. Cuando está más que claro que Jesús elige a doce apóstoles solteros, para predicar la fe, y que todos, mueren en ese estado, solteros, dando testimonio de Cristo con su martirio. Andar predicando el Evangelio con una esposa e hijos a cuestas, sigue siendo una pésima idea.

Y la cuestión económica de la herejía protestante, siempre hace falta plata para estas cosas, la solucionó un francés, amargo, ascético, nada procaz ni bebedor, flaco, cara chupada, blanco y ojeroso, con una base filosófica más importante que el monje gordo alemán, Juan Calvino,  que primero se recibe de abogado en Orleans, para luego ir a la Universidad de París, fundada en el siglo XIII por San Luis, Rey de Francia, sí, las universidades son obra del cristianismo, como lo es la misma Europa de las catedrales de piedra y luz, la Sobona, en donde estudia Humanidades. Contrariamente a Lutero, era un asceta, un hombre sin mayores tentaciones, sin la mácula de la concupiscencia, era más bien un solterón bastante amargo. Sí, se casó con una viuda y tuvo un hijo que murió a los dos días. Él murió en brazos de un discípulo. En fin.  

Y, aquí creo está el dato más interesante, teniendo vocación religiosa, no entra ni se ordena en ninguna orden, nunca es ordenado sacerdote. Vuelca toda su formación y fervor al servicio de la Reforma Protestante. Su sentido práctico, el arte de la elocuencia y del alegato. Y le da ese color verde oliva, color acero, que es la clave del capitalismo, a sus templos, sin imágenes, sin santos, sin sagrario, sin confesionarios. Las razones, la exigencia extrema de la purificación previa, vía la disciplina y el ascetismo, para participar de la Cena, no la llaman misa, conculcan la Eucaristía, no los anglicanos, no existe ni unidad dogmática ni de culto en los protestantes, hoy día, son más de cuatro mil sectas. Eso hace a los calvinistas, invariablemente puritanos, austeros, con una innegable contracción laboral y capacidad de ahorro, generación de riquezas. Los padres asumen la enseñanza del catecismo, en los templos se cantan los Salmos, dándole a los fieles plena participación en la liturgia.

Y la teoría de la Predestinación, por la cual, Dios desde su Providencia, sabe quién será salvo y quién se condenará. El signo, la señal evidente, de tal elección, esta innegable capacidad de producción y generación de riquezas, consecuencia de una vida recta y ascética. No está tan mal pensado, Suiza, el país de la neutralidad, el secreto bancario, la Banca, el calvinismo, la democracia cantonal, otro beneficio de este francés amargo, dan testimonio, porque lo que funda este joven inspirado, en los cantones, son comunidades teocráticas, los pastores tienen también el  poder de gobierno, con drásticas disciplinas, derecho a la excomunión y a la hoguera, todas aberraciones que le criticaban a Roma. La señal más evidente de la Predestinación, para Calvino, no era otra cosa que la riqueza. El abismo que hay con la doctrina de la Iglesia, con España y la América española, es indudable.

La historia negra que los protestantes, Gran Bretaña, principalmente, difunde por medio de sus sectas masónicas, primero, luego, a partir de la Revolución Francesa y la irrupción de la prensa, los periodistas, en la modernidad con los grandes medios, en contra de la Iglesia y la Hispanidad, tiene el mismo guión técnico que utiliza en estos días Horacio Verbitsky para pretender  difamar a Francisco, continúa haciéndolo desde Página 12, no abandonará su prédica hasta que no lo metan preso, sabe que su silencio, ahora, lo condena más que sus palabras, esto es, la fabulación, la manipulación deliberada de hechos, fechas, acontecimientos, conductas, siempre con la más que efectiva técnica de presentar e inducir acontecimientos, desde la versión de medias verdades, suposiciones, con documentación falsa, llegado el caso, ocultando la verdadera información, la más veces.

Anoche en una reunión familiar, un muy buen muchacho de izquierda, subrayaba que el Papa ya había realizado beatificaciones, religiosos martirizados por los republicanos durante la guerra civil española, un religioso italiano muerto en un campo de concentración nazi, otros dos religiosos muertos bajo el régimen del terror rojo de Ceacescu en Rumania, pero, caramba, no lo había hecho con el padre Carlos Murias, asesinado por la dictadura militar argentina en La Rioja. Lo decía con cierta suspicacia, al tiempo que arremetía, siempre con las banderas garabateadas por Horacio Verbitsky, recordando que las Abuelas de Plaza de Mayo le habían exigido al Papa la apertura de los archivos vaticanos sobre la dictadura. Pregunto ¿cuáles archivos? o se supone que los secretos de la confesión, son archivados, por ventura. Así opera hace 500 años el odio y la difamación. O se supone que la Iglesia Católica de Argentina, que ha sufrido durante la dictadura la muerte de dos obispos, diez y nueve sacerdotes y religiosas, diez seminaristas, treinta y nueve laicos, sabe en dónde están enterrados los desparecidos. Puede la ceguera ideológica generar tantos disparates juntos.

El humanista español Miguel Servet, partidario de la Reforma, es apresado, torturado y quemado en la hoguera en Ginebra por orden de Juan Calvino. La bandera de Suiza es eso, una gran cruz blanca, purísima, sobre un fondo rojo. Es interesante, a fin de explicar el fondo rojo de esa bandera, a propósito del mito de la Suiza neutral, de la inexistencia de sus fuerzas armadas, que posee uno de los ejércitos más entrenados y profesionales de Europa, ya que todos sus ciudadanos son a la vez soldados, en actividad, con distintos grados, con la licencia de poder trasladar su armamento portátil de guerra a sus hogares.

Cuatro siglos  más tarde, un sacerdote español, Escriva de Balaguer, hoy santo de la Iglesia, llevado a los altares por la gestión del papa anticomunista, fundaba una orden de laicos religiosos, el Opus Dei, con principios y prácticas bastante similares a los de Calvino, sobre todo, el de la mortificación y la ascesis, incluida la flagelación, la mortificación del cuerpo, el uso de los silicios. Nada de esto tiene un gramo que ver con la espiritualidad cristiana, el acceso a la mística, que es, antes que nada, una gracia. Había un chiste bastante común en mis épocas de universitario católico, cual era que las comunidades del Opus siempre tenían un clase media, o un pobre, con apellido italiano preferentemente, becado. Todos eran ilustres chicas y chicas de dos apellidos, invariablemente de zona norte. Grandes aliados de Francisco Franco, Escriva funda el Opus en plena guerra española, fueron llamados de buena forma, la masonería blanca. No son pocos los que vinculan al Caudillo de España por la Gracia de Dios con la masonería.

Ayer mismo, una operación política del Opus Dei, con jóvenes muy bien organizados y coordinados, nada espontáneo, rodeó a Francisco en Roma, con una deliberada táctica entrista, tan burda como evidente, siendo, como están, aleccionados con que se quedan afuera de esta nueva era de la Iglesia de la Pobreza. Días antes, en San Isidro, en un hecho tan confuso como deliberado, una patota del Opus Dei, vivando al papa Francisco, había desfigurado a un adolescente homosexual, que había tenido la pésima idea de concurrir a una fiesta a la cual no había sido invitado.

En 1555, un religioso escocés residente temporal en Ginebra, Juan Knox, llevaría a Escocia la Biblia impresa por Lutero y anotada por Calvino. Estas enseñanzas, llegarían con los primeros 102 puritanos que hacen puerto en las costas de Massachussets, fundando Nueva Inglaterra, en el invierno de 1620. Los alentaba fundar una Nueva Jerusalén exenta del pecado. Eran más duros y ascéticos que los puritanos ingleses y los calvinistas. Tales los fundadores de los Estados Unidos, la cuna del capitalismo.

Desde la fundación de los Estados Unidos de Norteamérica, 4 de julio de 1776, a la fecha, siempre ha sido gobernada por protestantes. Salvo en el caso excepcional de los hermanos Kennedy, católicos, ambos asesinados. Los Kennedy, tanto JFK, como Bob, fueron los únicos que osaron insinuarle a los gobernantes de Israel, entonces, que era voluntad de sus gobiernos el monitorear la planta nuclear de Dimona, para que la mismas tuvieran fines pacíficos.

El científico disidente judío Mordechai Vanunu, luego convertido al cristianismo y bautizado como John Crossman, en 1986 declaraba al diario inglés The Sun, sobre la existencia de un plan nuclear militar y  un arsenal en Dimona, el desierto del Neguev, en donde él había trabajado hasta el año anterior, con más de 300 bombas nucleares. Al poco tiempo era secuestrado por el Mossad, en Roma, enviado a Tel Aviv y condenado a 18 años de prisión. Al salir en libertad, le fue prohibido salir de Israel y hablar con los medios, usar internet. Se refugió en la Iglesia anglicana de San Jorge, en Jerusalén. Hasta que fue secuestrado de la misma y nuevamente encarcelado, en noviembre de 2004. Días antes, Vanunu en una entrevista radial, había vinculado a Israel con el asesinato de John Kennedy.

El Estado de Israel, a la fecha, es uno de los pocos que se han negado a firmar el Tratado de No Proliferación de Armamento Nuclear.  No se explica la fabricación y el acopio de armamento nuclear, por nación alguna. Mucho peor, incomprensible a esta altura, es que Israel, siendo poseedor de semejante arsenal nuclear, pretender justificar la directa amenaza que le hace a Irán, con un plan nuclear de fines pacíficos, con el sofisma mediático de que Irán ha amenazado borrar del mapa al Estado de Israel, cuando es sabido que puede hacerlo tan sólo con su armamento convencional.

En ese lugar, la Tierra Santa, hoy día en manos del sionismo, victimario del pueblo palestino desde hace seis décadas gracias al subterfugio del Holocausto, al cual si hay alguien ajeno, justamente, es el pueblo palestino, holocausto, así, con minúscula, mito mesiánico manipulado por los teóricos del sionismo, para poner el sujeto profético del Cordero de Dios inmolado en el pueblo judío, no en Jesús, el Cristo, el Mesías, mito que encubre una bárbara matanza, la más brutal de que la Humanidad tenga registro, la segunda guerra mundial, en donde mueren cuarenta y un millones de civiles cristianos en Europa y Rusia, más veinte millones de soldados, también cristianos. 

En donde en la isla del Japón, el capitalismo protestante arroja dos bombas nucleares, prueba la eficacia de sus armas y esgrime su poderío, inaugurando una era de terror mundial y una feroz carrera armamentista, cuando las fuerzas militares de esa nación, el Japón, tácticamente ya habían claudicado.  Digo, en ese lugar, en los próximos doce meses, la Tierra Santa, está en juego la paz mundial y el destino de la Humanidad y la Civilización conocidas.

Los intereses en juego, las internas, tanto del sionismo, como del Islam, como del Imperio, son pavorosas.  No voy a incluir en el listado a la Iglesia de Roma, porque de 117 Cardenales que votan en el Cónclave, 90 lo hacen por Francisco, esto es casi una mayoría absoluta. Que uno de los primeros actos públicos de Francisco, haya sido expulsar de la Basílica de Santa María la Mayor al Cardenal Bernard Law, masón y pedófilo, nombrado Archipreste de la Basílica en 2004 por Juan Pablo II, habla a las claras de que el cura de Flores va a barrer la mugre de la  Iglesia con fuerte respaldo político, amén de la protección del Espíritu Santo. Y que en el cuarto día de su pontificado, haya recibido en audiencia pública, haya hablado, con Pietro Orlandi, hermano de Emmanuela Orlandi, desparecida en el Vaticano hace más de 30 años, nunca un Pontífice los había recibido, habla también a las claras de qué clase de Pastor es Francisco, sí, como él los prefiere, con olor a ovejas. Y para qué ha sido preferido por el Espíritu.

El Papa Francisco, en su mensaje de salutación al cuerpo diplomático destinado en Roma, subrayó como una prioridad de su Pontificado, el fortalecimiento de los vínculos con el Islam. Al segundo día de su reinado, le mandó una carta al Rabino de Roma. El mismo día, el Presidente de Israel, Shimon Peres, el mismo que a principio de año había responsabilizado a Ariel Sharon por el asesinato de Yasser Arafat, lo invitaba a visitar la "Tierra Santa", a fin de pacificar en fraternidad a cristianos, judíos, musulmanes. Recuerdo, una vez más, la profecía del Rabino más venerado de Israel, en el 2007, antes de morir, Isaac Kaduri, el cual reveló el nombre del Mesías, Jesús, quien vendría luego de la muerte de Ariel Sharon, considerado por esa comunidad el Anticristo.

Enfrentado a esta visión profética, pacífica y conforme la revelación, cristiano católica, esto es, la conversión de los judíos a la Fe de San Pedro y San Pablo,  aceptando a Nuestro Señor Jesucristo como el Mesías, se alza  la fe mesiánica sionista, encarnada por el premier, Benjamín Netanyahu, el cual es seguidor de la secta del rabino Menajen Mendel Schennerson, de Brooklyn, la Jabath-Lubavitch, Netanyahu gobierna en estos momentos Israel gracias al apoyo que le brindó el partido religioso ultraortodoxo, expresión política de la misma secta, la cual luego de la muerte de Schennerson, lo coronó como el Mesías y consideran que sigue vivo de forma mítica, que no ha muerto, que reinará sobre el Gran Israel, colocando bajo su cetro al resto de las naciones, luego de una grande y definitiva guerra y destrucción. La III° guerra mundial.


Antítesis



El 3 de enero de 1521, el Papa León X, excomulgaba a Martín  Lutero, condenando la herejía protestante, negadora de la doctrina cristiana del Magisterio de la Iglesia, al sostener, tal la soberbia y la flojera de ideas del protestantismo, que nadie iba a interpretar la Palabra de Dios por él mismo, a la luz de su conciencia. Negadora a su vez de algo aún más grave, del sentido del misterio de la Pasión de Jesús, del poder de la Gracia santificante, por el cual, gracias al sacramento de la confesión, se nos perdonan nuestros pecados. Esa es la angustia de los protestantes, insoportable, la culpa. Diez meses más tarde, el 1° de diciembre, el papa florentino, impulsor del Renacimiento, el mecenas, el amigo de los artistas, el papa Médici, moría envenenado a los cuarenta y seis años.

Todo este mamarracho descomunal, provocado por un monje obeso y concupiscente, es exagerado hablar de diferendo teológico, en el orden práctico, real, montado para justificar que un religioso puede y debe tener esposa, monje alemán escandalizado, justamente, por esa corte romana sensual y pletórica de expresiones artísticas, con grandes frescos con madonas desnudas, que lo habían horrorizado a su visita a la Ciudad Eterna, cuando era un muchacho, parte a la Europa católica al medio, hace medio milenio. La Cristiandad pasa a ser la España de los Austrias, de Carlos V y Felipe II. Luego, el Nuevo Mundo hispano-lusitano, hoy día, el hogar de casi 500 millones de católicos, más del 40% de los fieles de nuestra Fe.

Por similares motivos, carnales, habría de nacer en 1534 la iglesia de Gran Bretaña, el anglicanismo, ante la negativa del Papa Clemente VII de declarar nulo el matrimonio  de Enrique VIII, otro sensual tan fenomenal como sanguinario, con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos de España, para desposar a Ana Bolena, quien terminaría siendo decapitada por infidelidad, en 1536. Sí, dos años más tarde. El santo patrono de los abogados, Tomas Moro, había sido decapitado por orden de Enrique VIII al negarse a aceptar la nueva fe protestante. Así  nació la Iglesia de Inglaterra, cortando cabezas. 

Desde entonces, el Rey de Inglaterra, es a su vez Jefe de su Iglesia, hoy lo es Isabel II, otra pedantería de lo más mundana y banal, ajena, lejana, al espíritu de Cristo. Hoy día la Iglesia anglicana enfrenta su más seria crisis interna, al estar convirtiéndose al catolicismo diócesis en masa, a propósito de los escándalos desatados por la declaración de  homosexualidad de varios de sus de Obispos. Es más, el Príncipe Carlos de Inglaterra, en conversaciones divulgadas con el entonces premier Tony Blair, luego convertido al catolicismo, no descartaba que una dinastía católica llegara a la Corona de Gran Bretaña.

Para ese entonces, un noble militar español, poeta, fundaría la Compañía de Jesús, los  jesuitas, "para la mayor Gloria de Dios", orden que jura fidelidad a Roma por dos veces, una, la ordinaria, la de todo sacerdote o religioso ordenado, los jesuitas la hacen por dos veces, la segunda, "con la rigidez de un cadáver". Tal el carácter de la disciplina militar seguida por sus religiosos, inspirada en la formación militar del fundador, Iñigo de Loyola, así como la de su seguidor más notable y esforzado, el evangelizador de la India y la China, el Divino Impaciente, Francisco Javier de Borja.

La Compañía de Jesús, a lo largo de su historia, ha sido perseguida y condenada por al Iglesia Católica, por el papado, varias veces, por el poder política, muchas más, Napoleón llegó a considerar a los jesuitas como un peligro mayor que el papado,  con la "ambición de dominar el mundo", sí, justo él. La última, a cargo de Karol Wojtyla, el cual aparta a su superior, el español Pedro Arrupe, español, luego de que este sufriera un derrame cerebral, imponiéndole dos italianos como interventores, siendo resistidos por la Orden durante dos años, hasta que en 1983, es elegido el holandés Hans Kolvenbach, quien gobierna la Orden hasta que se jubila en 2008, a la edad de 80 años. Hoy la gobierna otro español, el padre Adolfo Nicolás. El pecado de los jesuitas, entonces, según el papa anticomunista al servicio de la CIA, manipulado por la masonería vaticana, el compromiso social, rayano en formas confusas, semejantes al socialismo, en esto involucra la Teología de la Liberación, que no es precisamente una expresión de los jesuitas, la rústica liturgia. Wojtyla la única que procuró durante su pontificado, fue un clero sometido por el miedo, obsecuente. Nunca pudo encontrar en los jesuitas esa comodidad. Nunca le rindieron pleitesía.

Nunca habrá imaginado Juan Pablo II, que a menos de diez años de su muerte, reinaría en Roma, un jesuita, mucho menos, uno argentino. El Padre Pedro Arrupe, como superior de la Orden en el Japón, fue testigo del bombardeo atómico a Hiroshima por parte de la barbarie protestante.  Si hay una Orden de la Iglesia que tiene conciencia de lo que puede llegar a ser una guerra nuclear, es esta. Arrupe escribe a propósito de esa aterradora experiencia "Yo viví la bomba atómica". En estos días, hay casi catorce mil jesuitas en todo el mundo. Han sufrido la decadencia de la Iglesia de estas últimas décadas como todos, en 1965 eran treinta y seis mil.

Lo que distingue a los jesuitas del resto de las ordenes religiosas, es su doble vía de acceso al conocimiento, profano y sagrado. Antes de entrar al seminario, deben de tener un título universitario o terciario de las llamadas ciencias o artes liberales, luego, doce años de formación teológica y filosófica, así como en las Escrituras. Hace poco leí un comentario bastante pobre de un doctor en filosofía de la Sorbona, uno de los pocos argentinos que ostentan ese título, católico, hablando de la pobre formación teológica del Cardenal Jorge Bergoglio; este buen señor, es íntimo amigo del obispo de La Plata, enemigo declarado del ex Arzobispo de Buenos Aires, hoy SS Francisco.

El doctor en filosofía habla de la formación de los jesuitas, peyorativamente, como sociológica, ya que la "decadencia" de la Compañía habría prescindido de tales saberes, teológicos, eminentes. Uno de los teólogos más destacados del siglo XX, el suizo Hans Urs Von Balthazar, discípulo de Romano Guardini, se formó justamente con los jesuitas. Libro de cabecera de Jorge Bergoglio ha sido, justamente el clásico "El Señor", de Romano Guardini. Uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II es un francés, jesuita, Jean Danielou, magistral historiador. Habría que recordarle a este buen señor, lo es, que él, justamente, no se formó tampoco en una era dorada de la Sorbona, no por eso nadie va a dudar de sus saberes filosóficos.  

Ningún religioso de ninguna orden de la Iglesia Católica tiene más formación ni más calle que un jesuita, comparables, quizás, a los de los dominicos, fundados por otro español, Domingo de Guzmán, quienes durante la alta Edad Media tienen entre sus filas nada menos que a Tomás de Aquino. Hoy día la Orden de los Predicadores reniega del tomismo. En 1767, el caldo de cultivo que se iba calentado en Europa, de la mano de la masonería, iluministas y jansenistas, presiona a Roma para que la Orden sea disuelta, cosa que logran. La reina Catalina la Grande de Rusia, les da asilo. Cuarenta años más tarde, Pio VII ordena la restauración de la Compañía. La obra evangelizadora de los jesuitas en la América Hispana, desde su llegada, en 1564, hasta su expulsión, en 1767, fue monumental, abarcando todo el continente, desde Alaska a Tierra del Fuego. 

Las misiones jesuíticas han inspirado la obra de literatos e incluso de cineastas. La supremacía intelectual y espiritual, de los jesuitas, su arrolladora vocación evangelizadora, más, el poder material que llegan a concentrar, dada la lógica de su estructura militar -durante la evangelización de América llegan a tener su propia flota, tanto de bergantines mercantes como de guerra, artillados-, los coloca en el umbral de lo aceptable. La voluntad de ir hasta los extremos y estar en la primera línea de evangelización, en las fronteras, los torna incómodos por su acendrada vida apostólica, su gallarda milicia. Generan envidias a diestra y siniestra. Se los llega a  ver, incluso,  más poderosos que el Obispo de Roma.

Qué puede suceder con la Iglesia, cuando un Pontífice que se hace llamar Francisco, el santo más pobre entre los pobres, el primer jesuita en acceder al trono de Pedro, con una seria tarea pastoral barrial, comunitaria, social, militando con la denuncia del trabajo esclavo y la explotación sexual, enfrentando a los mercaderes del paco, sin dar un centímetro el brazo a torcer en el respeto a los preceptos del orden natural, con una arrolladora sencillez pero con un ejercicio pleno de la autoridad, comienza su Pontificado, primer acto político, en persona, cara a cara, diríamos en el barrio, en la esquina, en la vereda, expulsa de la Basílica de Santa María la Mayor, lo fue a buscar para eso,  al cardenal masón y protector de pedófilos Bernard Law. Es lo que está por verse.

Su misión, nada menos, la salvación de la Humanidad, de la Civilización como ha sido hasta ahora conocida. Las profecías, francamente, le juegan en contra. Según éstas, nos vamos a atener tan sólo a la tercera profecía de Fátima, las únicas divulgadas oficialmente por el Vaticano, la cual es aceptada por Roma recién en el año 2000, de hecho, cuando Juan XXIII inaugura el Concilio Vaticano II, se encarga de desmentirlas, acusando a los pastores de Portugal de falsos divulgadores de calamidades. Según el mandato de la Virgen, estas profecías deberían haber sido reveladas por la Iglesia Católicaa más tardar en 1960, para ratificar la Fe de los católicos y la conversión de ateos e infieles. Y eran, conforme el mandato de la Virgen, para divulgar ante el pueblo de Dios, no para ser entregada a la custodia de sus pontífices. Sí, convengamos, son un misterio de punta a punta, estas comunicaciones directas de la Fe. Nos superan en todo sentido, más y más a medida que crecen nuestros saberes, supuestos conocimientos. Máxime, unas profecías que anunciaban la apostasía de la Iglesia, nada menos. Cosa que ha sucedido.

Ni Juan XXIII ni Pablo VI lo toleraron. Y en el 2000, Juan Pablo II se vale de ellas para justificar su acción política sobre la URSS y el comunismo, negando la más terrible de la tercera, que denuncia la apostasía de la Iglesia, su decadencia, su claudicación, el asesinato de un Pontífice, Juan Pablo, interpretando a su conveniencia el atentado del que había sido víctima, adjudicando veladamente su autoría el bloque soviético, cuando años más tarde el fanático turco manipulado para cometerlo, Alí Agca, reconocerá en la curia vaticana los autores intelectuales del mismo. Y la destrucción material de Roma, una grande persecución y mortandad entre el clero católico. Una  guerra nuclear, tres noches de oscuridad, luego, la Parusía, la  segunda venida de Cristo.

El año de su ejecución, pronto, en el centésimo aniversario de las apariciones de Fátima, en el 2017. Resulta impensable creer, salvo un gran cataclismo, una grande guerra, que la sociedad de consumo manipulada por el poder de la publicidad, la inducción subliminal del deseo, el entretenimiento alienante televisivo, los mundiales de fútbol, el relativismo ontológico, moral y espiritual, pueda tener una reacción de conciencia, convertir su corazón, invocar a la Inmaculada Concepciónde María, cuando la última gran batalla del progresismo anticristiano coloca el aborto como el sumun de los logros de las democracias occidentales, prioridad de sus agendas. O sea, la legalización del genocidio. ¿Existe algo más aberrante que condenar al matadero a millones de no nacidos, en nombre de la libertad de vientres de las madres, habilitadas por esta barbarie cultural a ser asesinas de sus  hijos? ¿Merece o no merece desaparecer una civilización así?

Una civilización que hace dos siglos y medio no sólo se dedica a despreciar el Orden Divino, sobrenatural, sino también el Orden Natural. Puede haber algo más irracional, a propósito de los pobres argumentos del ateísmo racionalista y materialista -la Diosa Razón que entronizaban en las saqueadas capillas católicas parisinas durante 1790- que negar la evidencia del Misterio. Hoy día, los artificios del Maligno son mucho más arteros, Dios existe, por supuesto, pero es lo que yo quiero que sea, hablo con él, incluso. Yo soy Dios.

Yo soy amigo del Barba, muchos católicos hablan así del Señor, he visto peregrinaciones a Luján, en donde se trata la Señor como “el Flaco”, los curitas demagogos, para que chicas y muchachos rolingas les den bola, pobres, ambos, hablan así de Jesucristo. Eso es la Iglesia de hoy día, una verdadera porquería, puede, ciertamente, atraer a alguien, con cierta formación intelectual, con verdaderas ansias de una vida espiritual, o sólo se ha convertido en el refugio de adictos y menesterosos, son estos los únicos pobres de la Iglesia. Es urgente que la Iglesiarecupere su dimensión vertical, trascendente, sobre todo desde la liturgia. Volver al canto gregoriano, en una traducción a las lenguas vernáculas, no creo que sea para nada ir en contra del espíritu y documentos del Vaticano II.



Síntesis



A esta altura de la nota, forzosamente extensa, nadie tiene más deseos de seguir leyendo. El texto expresa profunda pesadez y angustia. Hace vacilar. La poca, escasa, angosta Fe con la que vivimos desde hace décadas, nos torna insoportable esta certeza, porque íntimamente sabemos que puede ser cierto. Que es más que probable que los arsenales nucleares que han abarrotado las entrañas de piedra de los sistemas ofensivos de los EEUU y sus aliados, junto con los de Rusia y China, con sus aliados, terminen siendo utilizados en el conflicto de Oriente Medio, llevando a la Humanidada los límites de su autodestrucción. Sin ir más lejos, en estos momentos, un regordete déspota comunista coreano, está hablando de desencadenar un cataclismo nuclear, condenado hace poco en el Consejo de Seguridad de la 
ONU por su histórico aliado, China, ante un nuevo alarde de su poder atómico.

El asesinato de Yitzak Rabin, en noviembre de 1995, luego de los bombardeos de Buenos Aires (1992 y 1994 ), el asesinato del hijo del Presidente de la República Argentina entonces, junto con la voladura de los Arsenales de Río Tercero, para desviar la atención, un día antes del magnicidio de Rabin, abortaron el Plan de Paz laborista para la región. El 11 de setiembre del 2001, el mega atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono, gigantesca conspiración protestante sionista, implantaba el terror universal y colocaba al Islam en el ojo del huracán, es declarado el enemigo de la civilización. Su principal promotor, la República Islámicade Irán, junto con los movimientos de resistencia islámica del Líbano, Hezbollah, de Palestina, Hamas. Luego, la Paz en Palestina es inviable.

Salvo que la acción fronteriza, arrojada, extrema, del Papa Francisco, hollando con sus gruesos zapatos de goma las áridas calles de Gaza, acompañando al pueblo de Palestina a derribar los muros en que están encerrados, junto con los judíos de buena fe del resto del mundo, hagan posible el milagro. El milagro tiene su concepto ético y político. Es el reconocimiento del Estado Palestino y el fin del sionismo como una entidad imperial. Fundado a sangre y fuego en 1948,; es al día de hoy que Israel no tiene fronteras demarcadas. No le interesa tenerlas, ya que la expansión es su razón de ser política. Su talante. El Gran Israel. Y es Jerusalén, la Tierra Santa, con las banderas de Palestina, Israel, del Vaticano, flameando al unísono, el contracampo. Como la Ciudadde Dios, el Reino de los Cielos, con la advocación de la segunda venida del Mesías, en Cuerpo y Espíritu, su expresión más cabal y profética. Puede que en ese trámite al Papa Francisco se la vaya la vida. A esa altura, poco y nada va a importarle.

Hace poco veía en youtube un video perturbador, asombroso, inquietante. Era el presidente de Irán, sí, con ese nombre raro, casi impronunciable, Ahmed Ahmadinejad, espero no haberme equivocado, dirigir la palabra en la Asamblea de la ONU, 66 sesión, año 2011. Durante quince o más minutos, dirigió la palabra de manera fervoroso a los delegados de la Asamblea, habría más de cien, anunciando la segunda venida de Jesucristo, el Salvador. Carajo, uno se queda pasmado. De qué estamos hablando entonces, con las miserias de la política local, las mutaciones zombies del peronismo, ahora devenido en movimiento nacional, popular, cristiano. Y la comparsa de su claque, la oposición melancólica.

Seriamente, de qué se está hablando en este  país de enanos y payasos. De mal formados espirituales. En este circo pampeano, antidiluviano, habitado por monstruos y cíclopes, batracios y sapos del diluvio, desalmados y mentecatos. De vermes y gusanos variopintos, fatalmente impunes y obscenos, acostumbrados a la mentira como prima ratio de la política, vamos, como segunda, tercera y última ratio. Prohibido decir la verdad en este país de maricas del intelecto, de mistificadores compulsivos, de peronistas a destajo, autoengañados hasta la disfonía ontológica, convencidos como están de que sólo ellos se cargan la Patria al hombro, mejor, claro, si viene acompañada de un bolsa de cinco kilos de merca y un  millón de dólares.

En este país en donde el relato de los Derechos Humanos, apologética del mito de la resistencia "sanmartiniana de Montoneros", coautores intelectuales del golpe del 76, épica revelada y reivindicada en estos días por una abuela sin nietos, proclamado desde siempre por una madre con los hijos combatientes exiliados en Europa, gracias a los salvoconductos de la embajada de la URSS en Buenos Aires, una militante del Partido Comunista protegida por el gran paraguas soviético en esos años de terror, nunca corrió riesgo de vida esta señora durante los años de la dictadura, era una intocable, una estafa descomunal al pueblo argentino durante 37 años, demasiados, se rasga las vestiduras el último 24 de marzo, cuando avisa que por primera vez en su vida no iba a concurrir a la Plaza, iba a inaugurar el bar El Revolucionario, que funciona, nada menos, hace cinco años, luego de pretender salpicar al Santo Padre con los crímenes de la dictadura, al caer en cuenta, a partir de las revelaciones de Martín Guevara, sobrino del Che, exiliado en La Habanaen ese entonces, que el régimen de Fidel Castro se dedicó contra viento a y marea a proteger a la dictadura de Videla cuantas veces pudo en la ONU, no votando las sanciones por violaciones a los DDHH, que, justamente, proponía el régimen demócrata de Jimmy Carter, conforme la línea que la bajaba la URSS, principal compradora de los granos argentinos, entonces.

Partido comunista argentino que había propuesto el 12 de marzo de 1976, desde su semanario, Nuestra Palabra, una coalición-cívico militar para reemplazar al gobierno de Isabel Perón. PC que le ha dado logística, cuadros, ministros, comunicadores sociales, apoyo internacional con el movimiento bolivariano, la bendición de Fidel Castro, al régimen francamente anticristiano de los Kirchner, a lo largo de diez años. Partido comunista que tuvo una cantidad de desaparecidos en esos años de terror que se cuentan con los dedos de la mano. Partido Comunista que no fue disuelto ni proscrito por la dictadura militar, sus dirigentes expresaron su apoyo y colaboración con el Gral. Videla. Partido Comunista que reivindica la lucha armada de forma tardía, en los 90, a propósito de las FARC, con una vergüenza mayúscula, la cual los lleva a sobreactuar, tanto como el actual gobierno, en temas de Derechos Humanos, de forma compulsiva.

Y al fraude y la estafa, como un modus operandi preferible, superlativo, la antesala del sarcasmo y el desprecio de pueblo trabajador, anónimo, los ciudadanos del barrio, víctimas de la inseguridad, las huelgas salvajes, el transporte público, la educación decadente, la salud pública deficitaria, la inflación premeditada, la imposibilidad de ahorrar, la deuda externa tan inmoral como fraudulenta, el saqueo de los recursos naturales, la entrega de la Soberanía con los Acuerdos de Paz de Madrid, la droga liberada y manipulada por la clase política, tanto como narcótico de la protesta, forma de pago de un lumpenaje adicto, como alienación medicamentosa, para sosegar las crisis de un hombre pequeño, diminuto, un piccolo borghese, sin razones válidas para existir. Sin ningún motivo de peso, para morir, llegado el caso. Un pobre infeliz deambulando como infante crónico por  los andurriales de la vida. Y claro, invariablemente enamorado de su mal oliente ombligo, del resto de las supercherías de una vida monótona, el trabajo, la familia, la barra de amigos, el fútbol,  condenado invariablemente al analfabetismo político. A la falta de amor y de calle.

No quiero abusar de la paciencia ni del tiempo del lector amigo, menos, de los que tildan a estas interrogaciones de farragosas. Quiero hacer hincapié en que la única organización política con la cual el ahora Papa Francisco ha tenido un vínculo público y notorio en los últimos diez años, es con la Fundación Alameda, ONG dedicada a la denuncia del trabajo esclavo, tales trabajos han implicado, entre otros, por ejemplo, en la explotación de taller textiles en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a la actual pareja de Mauricio Macri, Juliana Awada, a Francisco de Narváez, dueño de la marca Rapsodia. Poco y nada, para el caso, ha importado que ambos sean judíos. El cardenal amigo de los judíos, no hizo nada para ampararlos. Ni que Awada fuera la pareja del Alcalde de Buenos Aires, quien  se proyecta como el candidato de la derecha y ha colgado una impresionante gigantografía para festejar su Papado en el mercado del Plata.

Así como se dedica también la Fundación Alameda, a la denuncia de la explotación sexual. Por estos trabajos e investigaciones, esta militancia francamente callejera, entre otros,  ha sido denunciado el Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni, habida cuenta de que en varios departamentos de su propiedad, se practica la prostitución, que, como bien, sabemos, es en su mayoría una actividad regenteada por proxenetas, explotadores. No hay emprendimientos autonómicos de puterío. Zaffaroni es además, uno de los principales impulsores de la liberación del consumo de drogas, otro tic nervioso del garantismo progresista.

Otra acción política conocida del ahora Papa Francisco, ha sido combatir en consumo del paco en las villas de la Ciudad.  Zaffaroni no es judío, es simplemente ateo, homosexual. Ha sido pareja, eso sí, de un notorio terrorista montonero, hombre a su vez del Mossad, dedicado a los secuestros extorsivos en la zona norte, hoy día abogado exitoso, su estudio jurídico asesora el Vicepresidente de la República, hablo de Jacobo Isaac Grossman.

La Fundación Alameda funciona en un bar recuperado por la Asamblea de Parque Chacabuco, enfrente de la plaza, hoy día nombrada como Asamblea 20 de diciembre. Es una más, de las 350 asambleas barriales, quienes durante el año 2002, propusieron de forma infructuosa la construcción del Poder Participativo. En ese espacio físico y político, supo encontrar sentido a su apostolado, el hoy día Papa Francisco, en los últimos diez años de su accionar pastoral. Pretender inducir que esa Asamblea es "peronista", es ofender la inteligencia de demasiada gente. Las Asambleas del 2002 se hicieron oír entonces, ante una clase política aterrorizada, en franca retirada, con el alarido Qué se vayan todos. Todos.

Epopeya pacífica y democrática,  silenciada con los asesinatos de Santillán y Kostecki, en julio de ese año, el adelantamiento de las elecciones que derivó en una obscena interna peronista, en donde el perdedor fue ungido presidente, en donde luego de que colapsara el sistema representativo en el año 2000, e hiciera implosión en el 2001, se inicia  una tradición fraudulenta, a la fecha, costumbre inveterada. No, no le vamos a pedir a Francisco que  nos solucione este pequeño problemita. Somos lo bastante hombres como para hacerlo por nuestra cuenta. Él, es justo reconocerlo, ha sido ungido por el Altísimo para resolver cuestiones más importantes.

A lo largo de cantidad de notas, borradores, apuntes, pronunciados desde este espacio cultural creado en el año 2008, hemos planteado la necesidad de construir una nueva democracia, real, participativa, evitando el subterfugio de la la representación invocada a partir de la revolución francesa, con los partidos políticos, otro epifenómeno de la reforma protestante, con una de sus rasgos más acendrados, el sectarismo, el fanatismo, en algunos casos, la tentación totalitaria. Lo hemos visto y padecido todos, en distintas regiones, en diferentes épocas, el siglo XX, a partir de la revolución rusa, en 1917, justamente el año de la aparición de la Vírgen en Fátima, lo padece primero con el stalinismo, luego con los fascismos europeos, en Asia, con el maoísmo. En suramérica, un coronel bastante audaz y oportunista, denunciado como tal por los líderes sindicales que lo habían liberado de la cárcel el 17 de octubre, monta una construcción a semejanza, con los adobos del humanismo cristiano, para fundar un corporativismo populista, con una capacidad de mutación y sincretismo, formidables. 


Entonces, entendíamos a ese movimiento participativo, pacífico, democrático, esperanzado, como una suerte de comunidad de cristianos primitivos, muchos, la gran mayoría, extra muros, conforme el descriptivo de San Agustín en La Ciudad de Dios. Los vecinos de los barrios, ciudadanos más cercanos, con las mejores dosis de sentido común y buena leche, sin ninguna pretensión personal, pura vocación política, de alguna forma, desde las Asambleas, eran Ecclesia. Ni más ni menos que eso, significa Iglesia, asamblea, comunidad de fieles. Ellos son la antítesis de la clase política venal y fraudulenta que nos gobierna para el fracaso, desde hace 30 años. La antítesis de la burocracia curial romana. Vaya si no conocimos entonces a tantos "troskos de Dios", como nombra Francisco a una compañera de la Fundación Alameda, lesbiana, obviamente, atea, pero profundamente comprometida con la acción pastoral y comunitaria de esa Asamblea 20 de diciembre. Porque a esta altura de la construcción política, debemos una y otro vez replicar avisando que nada tenemos que ver con  los chupacirios de los barrios acomodados, no, esta aventura de Cristo pasa por otro lado. Nunca fuimos gorilas. 


La semilla de la democracia participativa real, de abajo hacia arriba, cayó en esta tierra irredenta hace diez largos años. A mi me da toda la sensación de que el Espíritu ya está soplando sobre nuestros corazones. Algunos, antes que otros, saldremos a esperarlo.


Colofón



A los dos días de que hubiera sido electo Pontífice un argentino, un americano, un jesuita, el premier británico, David Cameron, sin que nadie le hubiera preguntado nada, expresó en público y en voz alta, que "con todo respeto", disentía con los dichos del entonces Cardenal Bergoglio, a propósito de que consideraba éste a la posesión británica de las islas Malvinas, un acto de usurpación. Nadie había tocado el tema. A las pocas horas, uno de los dos grandes medios de los cuales son propietarios consorcios británicos en nuestra pobre tierra, hablo del diario La Nación, gran promotor del bochornoso referéndum de los kelpers sobre su vocación de ser ingleses, son patéticos estos isleños, empleados públicos mal pagos de las empresas de la Casa de Windsor, tan pero tan impúdicos que no sienten pudor alguno de participar de semejante mascarada, sabiendo, como saben, que no están autorizados ni a elegir al gobernador de las Islas ni a su Consejo, suerte de micro Parlamento de cinco miembros, sólo pueden votar a uno.

El diario La Nación, una tradición de la masonería argentina, publicitaba una nota de un británico vergonzante, ahí vivió su exilio durante los años de la dictadura, otro asalariado histórico, a la derecha de Horacio Verbitsky, pero al servicio del mismo amo, el ídolo de Pinky, hablo de Rodolfo Terragno, el cual se pronunciaba de idéntica forma, censurando cualquier opinión del Papa, eso se titula censura previa, sobre la cuestión Malvinas, para la cual era improcedente su órbita. Caramba. Que esto lo exprese un acólito de una monarquía que a su vez ostenta el poder político de una Iglesia protestante, la anglicana, lo deja a uno bastante estupefacto.

El heredero de esa Corona, Andrés de York, futuro jefe de esa Iglesia protestante, vino en 1982 a tripular helicópteros artillados que participaron en el conflicto, matando soldados argentinos católicos, todos ellos, en un ciento por ciento lo eran, hasta que tuvo la mala suerte que el 30 de mayo de ese año, una escuadrilla de la aviación naval y la Fuerza Aérea Argentina, dejaran al portaaviones "Invencible" fuera de combate, luego hundido.  Hace dos años, en un reportaje televisivo de la BBC, Andrés de York, sorprendía a propios y ajenos, haciéndose el gracioso, para peor, mencionando el día de esa fenomenal incursión de la aviación de guerra argentina, reconocida hoy -menos en Argentina, condenada a arrastrarse por el barro de la humillación por Sir Winston Churchill III - como una de las operaciones de la guerra aeronaval, mejor planificadas de la historia bélica moderna, como el día en que tuvo miedo de terminar carbonizado sobre la cubierta, con un cubo mágico en las manos, con el que jugaba durante los momentos del ataque argentino. Esa acción gloriosa, fuerza a este gobierno anticristiano, probritánico, sirviente de la Barrick Gold y quince mineras anglosajonas más, sirviente de la Exxon y la Chevron, empresas del clan Rockefeller, a condenar a la Fuerza Aéreay a la Marinaa la destrucción de su material de guerra, al aniquilamiento de los sistema de Defensa.

Qué puede impedir, llegado el caso, opinar sobre tema, sin que esto implique una arrogancia, un exceso de su Ministerio, a Francisco, siendo como ha sido amigo de las asociaciones de ex Combatientes de Malvinas desde hace décadas, conocedor de las desventuras de esos soldados, todos ellos, despreciados y maltratados por la democracia representativa durante 30 años, siendo como es un argentino más, sí, el más eminente de  la historia nacional, llegado el caso. Quién le puede decir a Francisco, Papa, argentino, americano, jesuita,  que no es correcto referirse a la cuestión. Quién le puede decir a un Papa, aunque sea "con todo respeto", que un ladrón no le es, pasado un siglo y medio del robo.

Quién le puede decir a la Santa Iglesia Católica de qué puede o no hablar, hoy día, cuando está permitido poner en duda todo, desde la existencia de Dios a los Profetas, burlarse de la Fe y de los católicos, perseguirlos, asesinarlos, en África y Asia, en los últimos años, han sido asesinados más de cien mil católicos, como si fueran venados. 

Justamente, cuando lo que más necesita la civilización, como es hasta ahora conocida, la vida sobre la tierra, la causa de la Paz, es que un Papa como Francisco habla claro y alto, todo lo que pueda, lo antes posible. Y que actúe en consecuencia.


Feliz Pascua de Resurrección
del Año del Señor de 2013 para todos nosotros.
Y que Dios nos ilumine y nos bendiga.
Nos hace mucha falta.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 105

Trending Articles